El Materno Infantil de Malaga cuenta con un equipo de Cirugía Cardiovascular pediátrica
Se encarga de solventar los problemas de cardiopatías congénitas que presentan los pequeños al nacer o a lo largo de sus vidas, una operación en mayúsculas con el principal órgano parado y a la que se enfrentan todas las semanas entre dos y tres veces. Desde el inicio del hospital, en 1981, se han llevado a cabo 2.000 intervenciones de este calibre – Las operaciones se programan siempre a las nueve de la mañana y tienen una duración mínima de cinco horas. En cada una de ellas intervienen unos ocho profesionales y lo más habitual es abordar las cirugías tipo correctoras
El quirófano del Materno Infantil es el escenario varias veces a la semana en el que se obra el auténtico milagro de la vida. Un espacio en el que trabaja el equipo de Cirugía Cardiovascular pediátrica para realizar operaciones extracorpóreas; operaciones a corazón abierto que en muchos casos protagonizan recién nacidos o lactantes.
El equipo que dirige el jefe de sección de Cirugía Cardiovascular pediátrica del Hospital Regional, Enrique Ruiz Alonso, se encarga de corregir las cardiopatías congénitas que presentan los niños al nacer, en su niñez y adolescencia o aquellos adultos que deben pasar por algún problema cardiaco congénito. Y es que ocho de cada 1.000 niños que nacen vivos presentan alguna cardiopatía, una de las operaciones más duras a las que se puede enfrentar un pequeño en su corta vida.
Las más comunes a las que se enfrentan en alguno de los cuatro quirófanos programados que tiene el Materno Infantil son las cirugías de tipo correctoras, según indica el doctor Ruiz Alonso. Operaciones que tienen como objetivo hacer que la circulación trabaje con normalidad. Dentro de ese grupo, la dificultad varían: las leves podrían ser los agujeros ventriculares, y de mayor complejidad serían todas las operaciones relacionadas con las conexiones entre ventrículos y arterias. La conocida como transposición de grandes arterias; el buque insignia de las operaciones cardiovasculares pediátricas. Un grupo más reducido son las cirugías paliativas, aquellas que se realizan para que el menor sobreviva ya que presenta anomalías como que solo tiene un ventrículo o no se puede conectar la arteria y el ventrículo.
En muchos casos el principal síntoma que delata esta dolencia se presenta al comer. Las dificultades para comer, sudar e incluso necesitar parar mientras toman el biberón, son síntomas de una posible patología cardiovascular. Cuando se detecta, se activa todo el engranaje para que ese pequeño pase por el quirófano, ya sea programado o por urgencia.
En una cirugía normal participan entre ocho y nueve especialistas, entre ellos hay mínimo dos o tres cardiólogos, un anestesista especializado en esta dolencia y cuatro enfermeros. Preparan al menor, lo duermen y comienza el trabajo de estos profesionales. Cada minuto de esta operación es en la cuerda floja, cualquier complicación puede poner la vida del menor en peligro. «Para hacer este tipo de operaciones se necesita que el corazón esté parado y vacío», expone el jefe de sección. Para ello conectan al menor a un gran aparato conocido como bomba de circulación extracorpórea, una máquina que mantiene en circulación la sangre del órgano y ejercer como corazón y pulmón a la vez. Bombea y oxigena durante toda la operación, todo ello, controlado por un enfermero perfusionista, una labor que requiere alta especialización. En el Materno Infantil cuentan con cuatro.
Si todo va bien, no surgen complicaciones y la operación es sencilla, mínimo dura cinco horas. El equipo entra en quirófano entre dos y tres veces a la semana y siempre a las 09.00 horas. En ocasiones la cirugía se complica y la operación se alarga hasta entrada la tarde noche. Solo en el último año, el doctor Ruiz Alonso recuerda como una de las operaciones más complejas que ha realizado la de un joven de 20 años al que tuvieron que cambiar todas las conexiones que van al corazón. La forma de proceder y funcionar del corazón de ese joven era completamente diferente al resto y su esperanza de vida se veía amenazada.
Una vez culminada la operación, toca hacer que el corazón trabaje por sí mismo. Un trabajo que se hace de manera progresiva, aunque en el caso de los pequeños, suele reiniciarse solo. En el caso de que la operación haya sido muy compleja o necesite más tiempo el corazón para volver a funcionar por sí solo, el Materno también cuenta con una máquina de oxigenación de membrana extracorpórea, un aparato que se conecta al menor y hace de corazón y pulmón de manera portátil. Una opción para aquellos que requieren un esfuerzo más una vez que están en la UCI.
Cuando la operación sale bien, el tiempo habitual de hospitalización es de una semana. Siete días de recuperación que continúan en casa y con visitas periódicas que cada vez se alargan más en el tiempo. El especialista asegura que los menores sometidos a intervenciones correctoras pueden llevar una vida normal, tan solo se les pide que no practiquen deporte a nivel competitivo. En el caso de los que se someten a cirugías paliativas el seguimiento es más exhaustivo pero en todos los casos, de por vida. Y es que en muchas ocasiones, los menores deben volver a pasar por quirófano; hacer que la circulación trabaje normal es posible pero quedan lesiones como válvulas tocadas o ventrículos que no funcionan bien. Hoy día con un cateterismo se hace posible ese arreglo.
Un equipo que desde que comenzó su actividad el Materno Infantil en el año 81 ha llevado a cabo 2.000 operaciones. Un trabajo complejo que en la mitad de los casos suele practicarse a menores de un año, recién nacidos y lactantes y, el resto, se practica a aquellos con más de un año de vida. Auténticos héroes y heroínas de carne y hueso.
Fuente: La Opinión de Málaga