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Cirugía Cardiaca amparada por la impresión 3D

La medicina a partir de la impresión en tres dimensiones –3D– ha llegado a la sanidad vasca. A mediados del año 2015, la unidad de Innovación del Hospital Universitario de Cruces y su Instituto de Investigación (BioCruces) pusieron en marcha un proyecto que ya ha dado sus frutos. En los últimos doce meses, diez servicios han presentado solicitudes para aplicar en su práctica clínica una tecnología que permite crear un objeto tridimensional sólido a partir de un imagen digital obtenida mediante escáner (TAC) o resonancia magnética.

De la pequeña impresora 3D han salido 31 biomodelos y guías quirúrgicas que se han empleado para la preparación de operaciones en cirugía maxilofacial, pediátrica, traumatológica y cardíaca; también en tratamientos neurológicos y en aplicaciones para grandes quemados. Las réplicas de las estructuras anatómicas de los pacientes, fabricadas en plástico, sirven asimismo para la docencia y para explicar al paciente o sus familiares qué se le va a hacer, según informa El Correo.

Los impulsores del proyecto destacan que «la impresión 3D tiene un gran impacto en su profesión porque evita la ‘improvisación’ en el quirófano, al permitir que el profesional ensaye el caso antes de la intervención. Se trata de un paso muy importante en la medicina personalizada», afirman. Cinco de los protagonistas de esta innovación explicaron la técnica al rotativo vasco:

Roberto Voces ha intervenido a seis pacientes a los que antes se había realizado una copia exacta de su corazón. Todos ellos padecían una «miocardiopatía hipertrófica obstructiva. Consiste –explica– en que esos corazones tienen mucho músculo y este obstruye el orificio de salida de la sangre; es decir, el corazón no bombea bien y se para. Es el típico caso del deportista que se muere de pronto». Disponer de un biomodelo antes de la operación es de gran ayuda, porque la operación consiste en «resecar el músculo y para ello hay que acceder al interior del corazón por un orificio. Ver previamente dónde tenemos que actuar es muy importante porque por solo 5 milímetros te puedes quedar corto o te puedes pasar».

El cirujano se muestra encantado con la tecnología 3D. «Simulamos la cirugía antes de hacerla y cuando estamos en quirófano, tenemos la copia para mayor seguridad. Además, nos permite explicar al paciente qué es lo que tiene mal y lo que le vamos a hacer. Una chica quedó tan contenta, que nos pidió la copia de su corazón. No se la pudimos dar porque aún tenemos pocas. En el futuro, seguro que sí».

La impresora 3D de Cruces es de lo más modesta. De hecho, para ensayar la nueva tecnología se han comprado un modelo doméstico que solo ha costado 2.000 euros. Pero claro, la máquina de nada sirve sin los conocimientos de los expertos capaces de utilizarla porque no es reproducir un papel, sino órganos vitales de pacientes concretos… y no hay dos enfermos iguales.
Una vez que el radiólogo ha conseguido la imagen precisa y la envía a imprimir, la ‘tinta’ de esta copiadora es un ácido poliláctico (PLA), un plástico biodegradable que se funde a unos 220 grados. El tiempo que se necesita para reproducir un órgano varía. A modo de ejemplo, un maxilar se consigue en solo cinco horas; para un corazón se precisan veinte y para conseguir una pelvis, todo un día.

 

Fuente: imprimalia3d.com

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