In memoriam Dr. Puig Massana
por Dr. Emilio Saura Grifol
El Dr. Puig Massana, falleció el pasado 4 de julio a los 93 años, fue un pionero de la cirugía cardíaca catalana y española, uno de los pocos que podía presumir de aparecer en los manuales de técnicas quirúrgicas que se estudian en todo el mundo. Su logro mas importante fue el diseño y desarrollo de un anillo –conocido como anillo Puig Massana- para la corrección de la insuficiencia de las válvulas mitral y tricúspide, que llego a ser uno de los más utilizados a nivel mundial.
Miguel Puig Massana nació el 1924 en Barcelona hijo y nieto de médicos. Él siguió el camino. Y se licenció en 1949 en medicina. Sin embargo, en lugar de seguir la tradición familiar que le llevaba a la ginecología pronto le sedujo la cirugía. Se formó como cirujano general en el Servicio de Cirugía General del Dr. Masferrer en la Quinta de Salud La Alianza y posteriormente ingresó como cirujano general por oposición en el Servicio del Dr. Pi Figueras en el Hospital de la Santa Cruz y San Pablo. Se sintió atraído por una nueva especialidad emergente: La cirugía cardiovascular. Al no haber centros de esta especialidad en el país se fue a Lyon (Francia) para integrarse en el Hôpital Edouard Herriot en el equipo de los Dres. Santy y Michaud.
Se crearon unos lazos de afecto y admiración mutua muy importantes sobre todo con Pierre Michaud -que le llamaba cariñosamente “L’ Homme d’ acier”- por su dedicación y capacidad de trabajo. Fruto de esta complicidad y debido a ella, varios de sus colaboradores nos formamos con el Dr. Michaud en Lyon
También hizo cortas estancias en distintos centros europeos y estadounidenses. A partir de 1960 desarrolló un programa de investigación con animales para perfeccionar las técnicas aprendidas, así como el desarrollo de una nueva máquina de circulación extracorpórea diseñada por el mismo.
En 1966 fue nombrado Jefe de Servicio de Cirugía Cardiovascular del Centro Quirúrgico San Jorge y en pocos años lo convirtió en uno de los centros pioneros más importantes del país homologable a los centros más prestigiosos de los países de nuestro entorno. La prueba del prestigio internacional adquirido es que por este centro pasaron los mejores especialistas de la época como los doctores Cooley, Mc Goon y Barnard.
Creó un laboratorio de cirugía experimental donde investigó sobre homoinjertos valvulares, circulación extracorpórea y el rechazo en el trasplante cardiaco. Fruto de su capacidad docente puso en marcha un programa de formación de residentes, inspirado en los que existían en EE.UU. que originó una cantidad importante de cardiólogos y cirujanos que rápidamente fueron extendiendo su actividad por todo el país.
En 1973 se trasladó al Hospital de Bellvitge, por aquel entonces Residencia Príncipes de España, para dirigir un nuevo Servicio denominado de Patología del Corazón que integraba tanto la Cardiología como la Cirugía Cardíaca una idea sumamente innovadora para la época que posteriormente fue implantada con el nombre de Institutos Cardiovasculares en numerosos hospitales de nuestro país. Al frente de este numeroso equipo permaneció durante 17 años hasta su jubilación en 1990.
Su aportación a la especialidad es importante. Diseñó el anillo protésico flexible y regulable de Puig Massana para la corrección de las insuficiencias mitrales y tricuspídeas mediante una anuloplastia a llegando a tener una aceptación importante dentro del campo de la cirugía conservadora mitrotricuspidea. Además su técnica para la corrección de la cardiopatía congénita del retorno pulmonar anómalo aparece en los manuales de cirugía cardiaca internacionales.
Si importante ha sido su vertiente quirúrgica y científica no lo es menos su faceta humana. En un primer momento su trato parecía un poco frio y distante pero a medida que lo ibas conociendo más profundamente descubrías en ello un cierto grado de timidez, pero en realidad era una persona afable y cercana dispuesta siempre a apoyarte y ayudarte.
Signos definitorios de su personalidad eran su inquietud y curiosidad que le hacían interesarse por todas las facetas de la vida (ciencia, arte, cultura y deporte) al mismo tiempo que un gran espíritu crítico que le llevaba a analizar todos sus actos buscando siempre el porque de las cosas.
Era un devoto de su familia y sobre todo de su mujer Pilar a la que conoció siendo ambos muy jóvenes. A pesar de ser un hombre que todo lo cuestionaba siempre decía que con ella era de las pocas cosas en su vida que vió inmediatamente clara. Han vivido una dilatada y feliz vida en común. Le recuerdo llegando, con 63 años, a un congreso en Düsseldorf en su BMV con Pilar de paquete.
Al jubilarse abandonó toda actividad médica y se refugió en una masía al pie del Montseny, donde se dedicó a cultivar la tierra, a montar a caballo, a la pintura y la escultura. Allí le llamé en 1994. Nuestra Sociedad le concedió un premio en reconocimiento a su contribución como pionero a la especialidad y al no poder contactar con él se me pidió que se lo comunicara. La persona que respondió al teléfono me dijo: “Aquí no vive el Dr. Puig”. Yo reconocí su voz y dije: “Jefe, ¿Qué no me conoce?. “Si pero ahora solo soy el Sr. Puig y no sé de medicina”, dijo él. Aceptó el premio que se le concedía y acudió al congreso de Bilbao con una ilusión que pocas veces le habíamos visto.
Todos sus colaboradores, y yo en especial, hemos considerado un privilegio haber trabajado con el Dr. Puig Massana habiéndose creado una relación tan profunda de afecto y amistad que nos ha hecho sentir grandemente su perdida. Sirva este recuerdo de su trayectoria profesional y humana como reconocimiento a toda una vida dedicada a la cirugía cardiovascular.
Descanse en paz.