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Obituario Dr. Francis Robicsek

Francis Robicsek: un cirujano cardiaco, erudito, innovador, muy crítico pero, sobre todo, una gran persona

Ha fallecido durante esta crisis del COVID19 otro de los grandes cirujanos con los que la Cirugía Cardiaca se ha desarrollado y forjado como una de las mas atractivas especialidades de la Medicina.

Francis nació en Hungría un 4 de julio en 1925. Tenía 94 al fallecer el 3 de abril, hace escasamente dos días en su casa en Charlotte en Carolina del Norte.

Estudió medicina en la Pazmany Peter University de Budapest donde llegó a ser Jefe del Departamento de Cirugía Cardiaca de dicha Universidad. Pero, sediento de conocimientos y deseando encontrar recursos para desarrollar sus tempranas ideas, decidió, a sus mas de treinta años, recomenzar, como otros muchos europeos del Este en aquellos años, toda su formación en los EEUU. En 1960 comenzó su residencia en el Charlotte Memorial Hospital. Poco después de terminar su formación, empezó una meteórica carrera profesional, durante la que ocupó progresivamente cargos de máxima responsabilidad tanto a nivel asistencial como docente, mayoritariamente en la Universidad de North Carolina y en el Carolina Medical Center.

En la actualidad, era Presidente Honorífico de la Heineman Medical Research Foundation, Director Emérito del Departamento de Cirugía Cardiotorácica del Carolinas Medical Center y vicepresidente del Carolinas HealthCare System. Fue miembro de las mas relevantes Sociedades Científicas de la especialidad y de cardiología, incluida la EACTS.

Pero Francis Robicsek, fue mucho mas que un gran cirujano, pensador, crítico e innovador. Ya en 1960 comenzó su humanitaria labor en Honduras tratando a pacientes con tuberculosis, enfermedad que conllevaba una alta mortalidad y un impacto social, en ocasiones, mas temido por la población. Paulatinamente, extendió sus conocimientos a otros países de Centroamérica. Belice, Guatemala y Nicaragua principalmente. En muchos de ellos realizó la primera intervención a corazón abierto lo que obligaba a disponer de medios sofisticados para lo que su influencia y colaboración, así como su generosidad, fueron cruciales para conseguir infraestructura, material y de manera especial, formación en la especialidad. De hecho, en los 70, consiguió que pacientes de Guatemala fueran operados en Charlotte y que jóvenes cirujanos guatemaltecos realizaran una formación completa y fellowships en su institución.

Desde hace años, mantuvo una residencia para que los cirujanos y enfermeras centroamericanos pudieran alojarse y alimentarse de manera gratuita durante su estancia en Charlotte, algo que gracias a establecer el International Medical Outreach Program ese apoyo se sigue subvencionando e incrementando en la actualidad.

Sus buenas relaciones con las autoridades sanitarias de Guatemala permitieron también la creación de la Unidad de Cirugía Cardiovascular de Guatemala donde se practican alrededor de 750 intervenciones anuales gracias a la aportación periódica, por medio de la Heineman Foundation que preside, de cerca de un millón y medio de dólares para materiales y reacondicionamiento permanente y que permite, adicionalmente, la intervención de pacientes de países americanos de su entorno, el mantenimiento de unidades de quemados, laboratorios de hemodinámica y ecocardiografía entre otras cosas.

En Belice ayudó a un cirujano nativo para iniciar un programa de cirugía cardiaca, programa que hoy sigue en funcionamiento.

Por toda es actividad humanitaria ha recibido numerosos premios, entre ellos el Surgical Humanitarian Award en 2017

Pero si hay un cirujano cardiaco erudito en la cultura Maya, ese es Francis Robicsek. Estudió todas sus costumbres y conocimientos, analizándolos y relatándolas de manera científica y apasionada. Su libroSmoking Gods: Tobacco in Maya Art, History, and Religiondescribe lo que muy probablemente fue el inicio del hábito, entonces rareza, de fumar hojas de tabaco en la cultura básicamente enclavada en México y los países de la américa central. Todas sus revelaciones las haría a partir de inscripciones en relieves y esculturas de las que era un gran conocedor, estudioso de los dioses Mayas cuyas tradiciones había ido tabulando en distintos trabajos desde la publicación del libro mencionado en 1979.

Aun cuando su nombre irá siempre asociado a una técnica de cierre esternal, el Robicsek, que sugería para casos de fragilidad del esternón tras las cirugía cardiaca y cuya utilización fue, sin duda, universal, sus trabajos científicos han sido innumerables. Desde tratamiento de cardiopatías congénitas a trasplantes, válvula mitral incluida, a soluciones novedosas en circulación extracorpórea, han sido objeto de su atención y de importantes publicaciones que le han permitido ser uno de los mas prolíficos en referencias bibliográficas de su época. Pero a mi, personalmente, me impactó su tremenda crítica, en los albores de la implantación de válvulas percutáneas, cuando la técnica se utilizaba supuestamente tan solo para uso compasivo y si fallaba se operaba. Y mostraba con orgullo, cuantos de esos pacientes sobrevivían a la cirugía a pesar del fracaso del implante transfemoral. Su diapositiva mostrando que, cuando el paciente no tenía otra salida, lo mas conveniente era llamar al sacerdote para ungirle con los últimos sacramentos y no a un intervencionista se hizo viral.

Todo un carácter, un personaje. Pero aun cuando su cara no lo reflejaba, su testamento es el de un genio y el de una excelente persona.

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